Aunque muchos tienden a considerar que la corrosión en una estructura puede ser obviada, es crucial tener en cuenta que, además de causar una evidente desmejora estética, también representa una amenaza para todo aquel en el perímetro del cuerpo oxidado. Esto se debe a que una estructura corroída pierde su resistencia, siendo más propensa a desplomarse y provocar graves consecuencias.
¿Cómo se causa la corrosión?
Conocemos como corrosión, u óxido, a la reacción química sufrida por cuerpos metálicos expuestos prolongadamente al contacto con ácidos, sales, gases y otros agentes atmosféricos. Pese a que se suele creer que la corrosión se da únicamente en entornos costeros donde la brisa carga partículas salinas provenientes del mar, cabe mencionar que la oxidación puede aparecer en cualquier lugar donde haya presencia de:
- Cambios drásticos de temperatura.
- Humedad constante superior al 60%.
- Contaminación industrial.
- Concentración salina en el ambiente.
Esto quiere decir que la corrosión no solo ha de afectar maquinaria industrial, sino también puede llegar a dañar vehículos e incluso nuestro propio hogar. Ello sugiere que nuestro bienestar y el de nuestros seres queridos puede verse afectado por la presencia del óxido, por lo que resulta fundamental hacer uso de la pintura anticorrosiva.
¿Qué es la pintura anticorrosiva?
Cuando hablamos de pintura anticorrosiva, estamos haciendo énfasis en un tipo de recubrimiento compuesto principalmente por silicato de sodio y ácido etilendiaminotetraacético (EDTA), cuya función es recubrir estructuras de acero u otros materiales metálicos propensos a la corrosión.
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Dado el uso del óxido de hierro en su composición química, la pintura anticorrosiva presenta, en algunas ocasiones, una tonalidad rojiza o naranja similar al color de un ladrillo, aunque también es posible encontrarla en gris o negro, y debe tener en cuenta que no es recomendable su aplicación en ambientes muy agresivos con ataque químico alto o en atmósferas marinas según las condiciones físicas de la estructura a recubrir. Sin embargo, más allá de su función básica en la creación de películas resistentes a agentes atmosféricos perjudiciales para cuerpos metálicos, este tipo de pintura también ofrece otros beneficios, los cuales veremos a continuación:
Beneficios de la pintura anticorrosiva
En primera instancia cabe mencionar que al tratarse de un recubrimiento resistente que se adhiere con facilidad a distintas superficies (cobre, bronce, aluminio, acero galvanizado, etc.), y suele dar acabados en tonalidades mate, la pintura anticorrosiva suele ser utilizada a modo de base o primera mano para ofrecer mejores acabados en esmalte y lustres coloridos.
Por otra parte, es apenas lógico que la implementación de la pintura anticorrosiva para cubrir maquinaria industrial y estructuras, representa un gran beneficio económico ya que incrementa la vida útil de los elementos que deben estar expuestos a ambientes agresivos, aumentando su resistencia al desgaste y reduciendo la necesidad de invertir demasiados recursos en su mantenimiento, o bien, adquiriendo unos nuevos.
Adicionalmente, en un principio la pintura anticorrosiva estaba conformada con elementos más pesados tales como, por ejemplo, cromo, plomo y zinc, pero gracias a los avances tecnológicos y técnicos ahora podemos encontrarnos con compuestos más amigables con el medio ambiente, de modo que este tipo de recubrimiento ha significado un importante avance ecológico, cumpliendo con las normas legales y de etiquetado.
Entonces, si está en búsqueda de una pintura capaz de cubrir e impermeabilizar superficies de metal, capaz de ofrecer una excelente adherencia y un rápido secado, resistencia a la exposición frente a agentes atmosféricos, rayos ultravioleta, golpes y abrasión, además de ser una práctica alternativa para crear bases que favorezcan a un mejor acabado, y todo esto mientras se garantiza un proceso que genere un bajo impacto ambiental, la pintura anticorrosiva es su mejor opción.